Hay momentos para la risa y
momentos para dejarse arrastrar por el desánimo. Momentos para discutir, gritar,
para dejarse embrollar y disfrutar de lo que ofrece la vida.
Hay momentos para
el dolor y momentos para el amor.
Hay momentos para todo, y las
vacaciones de verano podrían plantearse como ese momento justo para retomar
alguno de esos hábitos saludables largamente pospuestos.
Deporte, una dieta sana,
reuniones con viejos amigos o visitas a rincones olvidados. Con un poco de
tiempo, muchas ganas de llenarlo de cosas y relax de cuerpo y espíritu
resultará fácil encontrar la excusa para reencontrarse con esa parte de nuestro
yo que tanto nos motiva.
Altamente positivo podría ser reservar
a la costumbre de leer alguno de estos momentos estivales.
No hace falta
decantarse por cualquiera de los ejemplares que, desde hace demasiado tiempo,
pueblan las estanterías de nuestro hogar. Tampoco recurrir a una de las
generalmente admitidas como obras de culto. Y ni siquiera optar por ese volumen
que, siguiendo la última moda, ocupa las primeras posiciones en las listas de
los más vendidos.
Lee lo que te gusta. Aquello que
te apetece. Estás de vacaciones, no te castigues con imposiciones estúpidas.
Disfruta con una lectura minuciosamente escogida con el único objetivo de
procurarte felicidad.
Sólo así recuperarás un placer
susceptible de prolongar tus vacaciones más allá de esas jornadas señaladas con
tanto anhelo en tu calendario laboral.
DONAIRE GALANTE