Todas las librerías tienen su encanto. El producto por sí solo resulta lo suficientemente atractivo como para otorgar categoría al local.
Sin embargo, no todas poseen idéntica capacidad para satisfacer a una clientela ávida de letras.
La distribución, la posibilidad de encontrar con facilidad lo que se busca, el acceso cómodo a los volúmenes pero, ante todo, la oportunidad de disfrutar de la intimidad deseada durante el proceso de búsqueda. Son detalles que concretan y definen el estilo de cada tienda.Hay un momento mágico previo a la adquisición de un ejemplar, encerrado en ese recorrido que los amantes del libro llevamos a cabo en las librerías. Los pasillos, los estantes, se convierten en puntos de encuentro donde se han dado cita viejos amigos que, envueltos a menudo en renovados atuendos, nos saludan desde sus privilegiados rincones.

Y todo se cuece en el más absoluto de los silencios, interrumpido apenas por el rumor de las voces de otros clientes,
próximos destinatarios del embrujo de estas casas habitadas en exclusiva por los libros.
