Tratar de negarlo es inútil. Existe un affaire
entre el mar y yo. Supongo que lo he sabido desde siempre: estamos ligados por
espíritu. Y, aunque procuro alejarme de tanto en tanto para olvidarlo, es una
relación que se aviva con cada reencuentro.
El mar es un soñador. Y un contador de historias.
Vivir junto a él es una permanente aventura. Conserva recuerdos por docenas.
Encierra relatos de piratas, de míticas criaturas, hermosas como piedras
preciosas, y batallas capitaneadas por valientes.
Cuando el tiempo me separe de él aún conservaré su
olor durante días. Como el de uno de esos amantes que dejan sobre la piel su
huella indeleble. Ilusión de libertad que la rutina terminará por arrebatarme.
Como cada vez.