miércoles, 16 de noviembre de 2011

LIBRERÍAS, ESAS CASAS HABITADAS

Todas las librerías tienen su encanto. El producto por sí solo resulta lo suficientemente atractivo como para otorgar categoría al local.
Sin embargo, no todas poseen idéntica capacidad para satisfacer a una clientela ávida de letras.
La distribución, la posibilidad de encontrar con facilidad lo que se busca, el acceso cómodo a los volúmenes pero, ante todo, la oportunidad de disfrutar de la intimidad deseada durante el proceso de búsqueda. Son detalles que concretan y definen el estilo de cada tienda.
Hay un momento mágico previo a la adquisición de un ejemplar, encerrado en ese recorrido que los amantes del libro llevamos a cabo en las librerías. Los pasillos, los estantes, se convierten en puntos de encuentro donde se han dado cita viejos amigos que, envueltos a menudo en renovados atuendos, nos saludan desde sus privilegiados rincones.

Redescubrimos autores olvidados, se materializan ante nuestros ojos títulos de los que hemos oído hablar en ocasiones, captan nuestra atención llamativas portadas que prometen aventuras ni tan siquiera imaginadas.
Y todo se cuece en el más absoluto de los silencios, interrumpido apenas por el rumor de las voces de otros clientes,
próximos destinatarios del embrujo de estas casas habitadas en exclusiva por los libros.
Donaire Galante

8 comentarios:

  1. Esos cementerios de libros olvidados, por cierto, mañana sale el último de Ruiz Zafón, para su desgracia lleva una semana en la red, si sigues su tetralogía, es imprescindible, si no, totalmente olvidable.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. hl, Jose Antonio
    pues te confieso q no la sigo. Únicamente he leído La sombra del viento, que me gustó, aunq no he continuado con el resto todavía. Quién sabe, algún día quizás.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Donaire ,en mis tiempos de estudiante fuì lector furtivo de aquellos libros prohibidos por el regimen,en Màlaga habia una libreria muy pequeñita llena de libros todos ellos adaptados a la censura franquista, pero el dueño cuando te iba conociendo te hacìa subir unas estrechas escaleras donde habìa una habitaciòn llenas de libros prohibidos y allì nos pasàbamos horas y horas con Antonio Machado, Miguel Hernandez, Ferico Garcìa Lorca, Alberti etc.etc.cuando he visto tu entrada hasta me ha llegado el olor a papel viejo y amarillento ,casi hùmedo, de aquellos libros que fueron como un talismàn para mi formaciòn.

    Un fuerte abrazo

    fus

    ResponderEliminar
  4. Hl, Fus
    Has hecho una descripción tan visual q me he podido ver allí, escondido entre esos libros reaccionarios. Me alegro de haberte traído un bonito recuerdo.
    Fuerte abrazo tb

    ResponderEliminar
  5. Gracias por tu amable visita y comentario en mi blog, acerca de la madre anoréxica. Me ha gustado este rinconcito tuyo de letras y composiciones literarias, que casi destila y dimana un aroma inconfundible a sapiencia y lectura. Muy acogedor, para todos aquellos que disfrutamos del solaz, a la vera de un buen libro, imaginando historias o creándolas. Muy entretenido tu monólogo introductorio a tu persona. Me encanta, por cierto, esta foto exigua pero suficientemente esclarecedora, del bibliotecario acuclillado ante ese farallón inmenso de libros apilados como las raíces de una muralla de letras legendaria. Feliz travesía por el universo fascinante de la lectura y la escritura. Saludos

    ResponderEliminar
  6. Muchas gracias igualmente, Víctor. un placer pasar por tu blog, que ya conocía. Aquí serás siempre bienvenido.
    Un cordial saludo
    DONAIRE GALANTE

    ResponderEliminar
  7. Me gustan esas librerías pequeñitas e intimas. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Me gustaba la de Meg Ryan en Tienes un e-mail, parecía tan cálida. Besos.

    ResponderEliminar