La soledad es
un bien infravalorado. Tiene mala reputación, y eso contribuye a que con sólo
presentirla a la mayoría de los seres humanos se les erice el vello de la nuca.
Es demasiado a menudo contemplada desde una perspectiva negativa, como si se
tratara de un fantasma que amenaza con caer sobre nosotros en cualquier
momento, envolviéndonos en un aura de tristeza y pesimismo.
Por supuesto que no puede negarse la carga que supone
para aquellos que, obligados por las circunstancias personales o sociales, se
ven abocados a ella. Aquellos para quienes vivir aislados del resto no ha sido
una decisión tomada de manera voluntaria y llegan a padecer los síntomas de una
soledad impuesta sufriendo ansiedad, miedo, angustia o desesperación.
Pero como cada cosa en la vida, bien administrada y
gestionada la soledad resulta un patrimonio de valor incalculable. Que se lo
digan, si no, a una madre de familia numerosa, al camarero de una discoteca de
moda, o a uno de esos corredores de bolsa sometido a largas jornadas de
cotizaciones.
Me gusta estar solo. Caminar sin rumbo fijo, perdido
en mis cavilaciones. Reflexionar sentado frente a un agradable paisaje, dejando
que la brisa alborote mis cabellos. Entrar en contacto con el tibio sol,
permitiéndole que me caliente los huesos y recibiendo una dosis de vitamina D.
O tumbarme bajo la hechicera luz de luna, imaginando cuántos antes que yo
habrán tratado de hacer recuento de las estrellas.
Me complace ese momento único en que las palabras
sobran. Basta fundirse con la vida que nos rodea, mirar hacia el interior, para
encontrar esa paz que con demasiada frecuencia se nos va de las manos. Es fácil
que de ese silencio escogido brote un diálogo mudo en que un solo interlocutor
se lo dice todo.
DONAIRE GALANTE
Pues si Donaire, yo desde pequeño he sido un solitario, nunca me aburrí y nunca entendía a las personas que decían que se aburren solas. Pero existen varias clases de soledad y algunas hasta duelen, y mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarAlgunos ratos en soledad enriquecen, pq ayudan a uno a conocerse y a meditar sobre las cosas. Pero la soledad, en exceso, puede resultar contraproducente. Un abrazo, Sheol, gracias por pasar por aquí!
EliminarHola Donaire.
ResponderEliminarLa soledad es buena siempre que sea voluntaria.
Ese momento de sosiego y paz.
Un abrazo
Un abrazo, Andrés. A menudo desearía algunos momentos más en soledad. Pero qué se le va a hacer, no siempre se puede tener lo que uno anhela...
EliminarSi, Donaire, hay muchas veces que todos necesitamos esos ratitos de soledad.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces soledad, a veces compañía... ojalá pudiéramos escoger cómo nos apetece estar en cada momento. Un abrazo, Mariló.
EliminarYo dependo mucho de las personas que quiero y no me gusta mucho la soledad, me espanta, pero si necesito como cada persona mis ratitos. Besos.
ResponderEliminarHl, Cris! Es bonito disfrutar de la gente que uno ama. Como tb es cierto q la soledad, en algunas circunstancias, puede resultar espantosa. En otras, en cambio, es algo delicioso. A cada uno lo suyo, hay para todos los gustos.
EliminarMuchos besos.
La soledad elegida es buena, la soledad impuesta por las circunstancias te hace desesperar en tus pensamientos. Me ha gustado mucho tu entrada. Enhorabuena.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Muchas gracias, Fus, y un abrazo para ti también.
ResponderEliminarBUEN BLOG.
ResponderEliminarMuchas gracias, Oscar. Estás invitado a visitarme siempre que te apetezca. Un abrazo, amigo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMaravilloso artículo, precisamente atravesando una soledad involuntaria lo que escribiste me ayudó a reflexionar más sobre los procesos de la vida y cómo afrontarlos. Te felicito Donaire. Ah, por cierto, muy bueno el blog y muy creativa tu bio. Abrazos de República Dominicana.
ResponderEliminarMuchas gracias, Orlando, por tu comentario y tu visita. Me alegra haber servido de inspiración para tu reciclaje personal. Te espero en próximas ocasiones. un abrazo para todos los amigos dominicanos!
Eliminar