WILLIAM SHAKESPEARE

Abordar un artículo sobre William Shakespeare produce una especie de vértigo escalofriante. Como si uno estuviera a punto de subir a bordo de uno de esos vagones que se dejan zarandear por los cables instalados en los rieles de las montañas rusas. 

A riesgo de parecer exagerado, puedo aseguraros que se trata de una tarea de máxima responsabilidad. No es sólo por el peso específico que un escritor de su talla tiene en el panorama de las letras sino porque, a priori, uno se plantea si después de tantas dedicatorias y estudios quedará todavía algo por decir de este dramaturgo y poeta inglés. 

En definitiva, para perderle el miedo a la cuestión decido que plantear una aproximación sin pretensiones es la respuesta más inteligente al problema. 

Siempre de moda, William Shakespeare posee el privilegio de haberse erigido en el dramaturgo más representado de todos los tiempos. Sus obras han traspasado fronteras y es considerado por muchos, junto a Cervantes, como el escritor más grande de la Historia de la Literatura Universal. Ha sido traducido a todos los idiomas vivos importantes y sus piezas ocupan un puesto de honor entre las obras más célebres desde hace varios siglos. Basta nombrar El mercader de Venecia, El sueño de una noche de verano, Romeo y Julieta, La fierecilla domada, Hamlet, Otelo, El rey Lear, Macbeth o La tempestad para ofrecer ejemplos ilustrativos de su gloria.

Méritos le sobraron para ganarse los títulos, pues fue un artista versátil que dominó toda clase de temas, desde la política a la pasión, la ternura, la fantasía, el odio o el horror. Prolífico, inquieto, sensible e intuitivo, profundizó en la psicología de los personajes hasta el punto de convertirlos en símbolos de los sentimientos más comunes al ser humano: los celos (Otelo), la ambición (Macbeth), el amor (Romeo y Julieta), la duda (Hamlet), la hipocresía (Yago), la inocencia (Desdémona). 
Tragedia y comedia conviven en su teatro de modo espontáneo, como paradigmas de la propia vida. Y con idéntica naturalidad escribe Shakespeare algunos de los mejores poemas que se hayan leído jamás.

¿A un día de verano compararte?

Más hermosura y suavidad posees.

Tiembla el brote de mayo bajo el viento

y el estío no dura casi nada.

A veces demasiado brilla el ojo solar

y otras su tez de oro se apaga;

toda belleza alguna vez declina,

ajada por la suerte o por el tiempo.

Pero eterno será el verano tuyo.

No perderás la gracia, ni la Muerte

se jactará de ensombrecer tus pasos

cuando crezcas en versos inmortales.

Vivirás mientras alguien vea y sienta

y esto pueda vivir y te dé vida.