Sopló el levante guerrero
que arena clava en la piel
cuando a la costa arribaron
dos barquitas de papel.
Anclados junto a la orilla
reposan cascos mojados
castigados por las olas
que sus costados surcaron.
No desafiéis a la mar
pues su bravura os espera
capaz del alma horadar
con su furia traicionera.
¡Ay, navíos silenciosos,
ay, de la tierra que cela
al capitán valeroso
que a la aventura se entrega!
DONAIRE GALANTE
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsos marinos valerosos que salian a la mar en busca del sustento familiar... qué vida tan dura mal valorada y poco reconocida. Un abrazo
ResponderEliminarEn días de vientos más favorables, de Sanlucar a Algeciras me preguntaban, cuando no iba muy centrado, si me ha dado un levantazo...
ResponderEliminarUn abrazo.