
A pesar de todo no quise estropearle la cena, de modo que irrumpí en el
establecimiento con una de mis mejores sonrisas, aunque el olor a carne quemada
me obligaba a hacer grandes esfuerzos por reprimir las arcadas.
Debía notárseme
la incomodidad porque todas las miradas se dirigían hacia mi persona.
Cuando me
empujaron en dirección a la cocina se confirmaron mis peores sospechas.

DONAIRE GALANTE
Bueno, hay quien está convencido de que las plantas también tienen sentimientos (frente de liberación bonsai)
ResponderEliminarUn abrazo
algo tendremos q comer..
Eliminarotro!
Bueno lo importante es que supiste enfrentarte a la cocina....eso si con los cuernos retorcidos...jajja
ResponderEliminarun abrazo
fus
hl, Fus! Gracias por pasar por aquí. un abrazo
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