Me
pareció de mal gusto que me citara en el McDonald’s, sabiendo como sabe que soy
vegetariana convencida.
No quise estropearle la cena, de modo que irrumpí en el
establecimiento con una de mis mejores sonrisas, aunque el olor a carne quemada
me obligaba a hacer grandes esfuerzos por reprimir las arcadas.
Debía notárseme
la incomodidad porque todas las miradas se dirigían a mi persona. Cuando me
empujaron hacia la cocina se confirmaron mis peores sospechas.
De no ser porque
se me retorcieron los cuernos habría resultado carne de parrilla para las
próximas dos mil hamburguesas.
Bueno, tampoco es tan grave, prefiero el "burrikin" pero más vale comerse una vaca y así evitar el sufrimiento de tantas miles de pobres hierbecillas que serían a su vez comidas por la vaca.
ResponderEliminarUn beso